Un ejemplo para la prevención: Cataluña
Según el Registro de Cáncer de Cataluña, cada año mueren en esta Comunidad Autónoma unas 1.000 mujeres por cáncer de mama y 275 más a causa del cáncer de ovario.
A pesar de los avances científicos a la hora de definir mejor los tumores y disponer de tratamientos cada vez más personalizados en función de la paciente, las enfermedades oncológicas continúan siendo una de las principales causas de mortalidad de las sociedades avanzadas. Además, en el caso de las mujeres, el cáncer las puede afectar durante sus años de fertilidad.
La prevención y la detección precoz son herramientas clave para combatir el cáncer. Hasta ahora los programas de cribado han reducido mucho la mortalidad y en el futuro se podría ver un cambio de paradigma asociado a la detección precoz en personas sanas con riesgo genético conocido. El grupo de cáncer hereditario de la Red Oncológica de Cataluña ha estudiado unas 1.200 personas con historias personales y/o familiares de cáncer con diferentes genes vinculados al cáncer y ha identificado un gran número de alteraciones, algunas de las cuales habrían pasado desapercibidas con las técnicas tradicionales. Por otra parte, se ha desarrollado una prueba genética que analiza una colección de genes asociados al riesgo de desarrollar cáncer. Ya se han identificado más de 200 variantes genéticas relacionadas con la susceptibilidad al cáncer de mama y de ovario. Esta prueba, combinada con otros factores de riesgo conocidos, podría ayudar a seleccionar aquellas mujeres de la población general a quienes se les debe hacer un seguimiento con mamografías y otras pruebas, y no a todas como se hace ahora. Países como el Reino Unido ya han puesto en marcha un plan piloto para evaluar el beneficio de esta prueba en la población.
El ejemplo del virus del papiloma humano (VPH) o cáncer de cérvix es un ejemplo clave para entenderlo. La vacuna contra el virus del papiloma ha disminuido drásticamente los nuevos casos de cáncer de cuello de útero. Australia fue el primer país, año 2016, en implementar la vacunación tetravalente con cuatro tipos de virus: dos para combatir el cáncer de cuello uterino y dos para las verrugas genitales, manifestación benigna habitual en las primeras relaciones sexuales. Con ello, la prevalencia de estas verrugas ha pasado del 20% al 2%. Si en mujeres no vacunadas se registran 133,5 nuevos casos anuales por cada 100.000 mujeres, la incidencia entre las mujeres vacunadas baja hasta el 7,7 nuevos casos. De este modo, los especialistas defienden un modelo de medicina e investigación más participativa que implique la sociedad y permita que las pacientes puedan tomar decisiones desde un a posición totalmente informada.